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Mitos de creación

Mito de Bague

En el principio solo existía Bague, la Madre Abuela. Entonces Bague gritó, y aparecieron los dioses, la luz, las plantas, los animales y los muiscas. Luego los dioses llenaron una olla con semillas y piedras, y sembraron luceros en el espacio. Tomaron las migajas que habían quedado en la olla y las lanzaron muy lejos, y ese fue el origen de las estrellas. Sin embargo, todo estaba quieto, nada se movía. 

Entonces los dioses fueron a visitar a Bague, y le contaron su pesar, porque nada se movía, ni crecía, ni sonaba. La Madre Abuela preparó una bebida que los dioses tomaron hasta quedar dormidos. Comenzaron a soñar y a tener visiones, y en sus sueños todo se movía, las aves cantaban, las cascadas hacían ruido y los hombres se afanaban en sus labores cotidianas. Cuando los dioses despertaron, la luz se esparció por el universo, y todo tuvo movimiento, como en sus sueños

Mito de Chiminagagua

Cuando era de noche, antes que hubiera nada en el mundo, estaba la luz metida en una cosa grande que no se sabía qué era, llamada Chiminagagua, de donde después salió. Chiminagagua comenzó a amanecer y a mostrar la luz que en sí tenía. Luego que quedó todo claro e iluminado. Chiminagagua creó todas las otras cosas que hay en el mundo, y entre todas, las más hermosas fueron el Sol y su esposa, la Luna.


Mito de los caciques de Sogamoso y Ramiriquí

En las provincias de Hunza (Tunja) y Sogamoso, existía un mito de la creación según el cual, cuando amaneció el mundo, ya había cielo y tierra, y todo lo demás, menos el Sol y la Luna, de modo que todo estaba en tinieblas, y no había más que dos personas en el mundo: el Cacique de Sogamoso y el de Ramiriquí (o Tunja). Estos caciques crearon a los seres humanos: a los hombres de tierra amarilla, y a las mujeres de una hierba alta que tiene el tronco hueco. Después, para darle luz al mundo, el cacique de Sogamoso mandó al de Ramiriquí, que era su sobrino, a que se subiese al cielo y alumbrase la Tierra convertido en Sol. Pero viendo que el Sol no era suficiente para alumbrar la noche, se subió Sogamoso al cielo y se hizo Luna. Esto sucedió en el mes que se corresponde con diciembre, y desde entonces se celebraba aquel suceso, sobre todo en Sogamoso, con una fiesta llamada Huan

Los mohanes

Los mohanes, o mojanes, eran sacerdotes libres e informales, alejados de los templos y centros religiosos. Se asentaban sobre todo en cuevas y a orillas de los ríos, entre los matorrales. Cargaban mochilas con hojas de coca, una escobilla y un hueso de venado pintado con el que aspiraban el polvo de yopo. Se untaban el cabello con ceniza y cubrían sus cabezas con pieles de animales cuando danzaban.

Lugares sagrados


Además de los templos, los muiscas consideraban sagrados a muchos sitios naturales como montes, cerros, peñas, lagunas, bosques, ríos, árboles y fuentes de agua, entre muchos otros, a los que veneraban, no solo por considerar que allí habitaba alguna divinidad, sino también porque creían que había lugares estratégicos para el equilibrio de la naturaleza. También consideraban sagradas a ciertas avenidas por las que decían que había transitado Bochica, y al territorio de Suamox, donde había muerto y delegado su sucesión.


Bosques sagrados

Los muiscas consideraban a ciertos bosques como sagrados, de modo que no osaban cortar ni un árbol, ni siquiera una rama de aquellos bosques, pues decían que estaban consagrados a los dioses.


Avenidas sagradas

Los muiscas tenían ciertas calles o avenidas a las que consideraban sagradas, pues decían que por allí había caminado Bochica. Nadie podía pisar esas avenidas, sino solo los máximos dignatarios. Al pueblo solo se le concedía ese honor durante los días de algunas ceremonias religiosas. El cronista Fray Alonso de Zamora cuenta que una de esas avenidas, ubicada en el Valle de Sogamoso, tenía cien leguas de longitud.

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